martes, 21 de abril de 2009

El Silencio de la Verguenza
Bryan Acuña
Estudiante RI UIA
Cerca del día de conmemoración en Israel de las víctimas de la shoá, en Zürich, Suiza, hemos escuchado asombrados y con pena ajena las declaraciones del presidente de Irán Mahmoud Ahmadinejad, quien no desaprovechó la conferencia de Durban II en contra del Racismo, para continuar sus ataques denigrantes contra el Estado Judío y con la negación nuevamente de la shoá.



Mientras que los organizadores de dicho evento y los anfitriones suizos mantuvieron silencio a pesar de los constantes y reiterados agravios del representante persa ante lo que él denomina la entidad sionista.



Es triste y vergonzosa la posición Suiza, ante estos eventos, cobijándose en su “neutralidad” diplomática, que más que mostrarnos en la conferencia, que está a favor de la determinación de los pueblos, de la libertad de los seres humanos y de la neutralidad política en aras de conflictos donde la retórica no raya los términos deshumanizantes del racismo demostrado por Ahmadinejad, Suiza mostró el silencio de aquellos que callaron hace más de setenta años, cuando Hitler y su banda de criminales carniceros ejecutaban el exterminio sistemático de seis millones de vidas judías, doscientos cincuenta mil gitanos europeos, dos millones de polacos, y otras miles de personas, arrastrando por el río de la muerte a un aproximado de 29 millones de almas arrancadas a la fuerza de esta tierra, sin ninguna intervención divina.



Reclamarle al líder persa, y pedirle que muestre respeto por las vidas destruidas durante la Segunda Guerra Mundial y que se detenga en su retórica burda de exigir la destrucción del Estado de Israel, se encuentra entre la lista de los imposibles del momento. Pero pedirle a Suiza, el país que por décadas nos ha mostrado al mundo entero, lo que es el respeto a la neutralidad real sin caer en la ceguera cómplice, es lo menos que en la actualidad podríamos esperar, ya que hasta la neutralidad tiene su frontera y si este ataque no violó los límites de la posición Suiza, su neutralidad se convierte en mera hipocresía diplomática y sus bocas cerradas en la de cómplices del odio gratuito.



No logro entender si este silencio es el de legitimación ante lo expresado, o el de que les robaron el aliento por semejantes expresiones denigrantes, y lo peor es que se aplique este flagelo contra un Estado miembro de la comunidad internacional y además, que no se censuren los deshumanos intentos del líder persa de negar una de las matanzas sistemáticas más frías del siglo pasado y de la historia de la humanidad. Además que lo realiza en un foro internacional contra el racismo, que nuevamente se convierte como en el 2001 en un foro del antisemitismo y antiisraelismo que ya muchos nos tienen acostumbrados.



Podría extenderme aún más en mi carta, pero creo que ya muchos habrán hablado del tema y se refirieron a la vergüenza de Durban II, el foro no para continuar promoviendo el odio contra Israel. No quiero dejar pasar la posición de honor que demostraron Canadá, Estados Unidos, Alemania, Francia, Holanda, entre otros países, al manifestarse en contra de las declaraciones del Señor Ahmadinejad, y ni que decir de las loables palabras del presidente Sarkozy, condenando enérgicamente las palabras de su homólogo iraní, demostrando de esta forma que en el país de la “Libertad, igualdad y fraternidad”, sabían muy bien a lo que iban en Durban II, a combatir el racismo y no escupir en la memoria de los seres humanos que cruelmente perdieron sus vidas durante la Segunda Guerra Mundial.
Panamá: Vecino de Desarrollo y Contrates

Hans Martínez P.
Estudiante de Relaciones Internacionales, UIA.
Algunos de sus ciudadanos aceptan que es una copia de Miami, otros le llaman sucursal económica-comercial de algún país del norte o de Asia; lo cierto del caso es que el desarrollo económico y de infraestructura de nuestro vecino Panamá es sorprendente; sin embargo este bienestar no es para los panameños lamentablemente; sino, únicamente es para los adinerados inversionistas extranjeros que son complacidos por los administradores políticos de la capital panameña.
Caminando entre millones de dólares materializados en altas estructuras de acero y piedra y respirando aquel aroma depreciable de la contaminación del mar, me preguntaba:
¿Por qué están orgullosos lo ciudadanos de este país, si tan siquiera el 10% de ese desarrollo les pertenece?
Es fácil determinar las situaciones sociales que acontecen en ese país, y es que los contrastes entre lujosos apartamentos o condominios y los suburbios únicamente comparables con las favelas brasileñas, son distinguibles.
Una capital de primer orden, un transporte de la década de los 50’s y una desorganización territorial respaldada por la inseguridad, son las características que desenmascaran la seria crisis social panameña.
¿Y quien dice que no existe toque de queda en Ciudad de Panamá?
Desprotegidos por falta de información, los turistas se vuelven victimas del principal problema del vecino país, los hoteles recomiendan no salir pasadas las seis de la tarde ya que las calles son el motivo de enfrentamiento de pandillas.
Es lamentable también que los niveles de prostitución sean tan elevados en las zonas marginales y es despreciable que niños abarroten iglesias y centros turísticos para recoger dinero con el fin de comprar su uniforme para poder estudiar.
Es aquí donde cuestiono ese orgullo, influenciado por grandes multinacionales, encubierto por una mascara de corrupción e interés político y sostenido por un capitalismo agresivo que no perdona errores en ningún tipo de producción.
Esa es la realidad de un pueblo enfrascado en el limbo de lo exuberante y de lo irreal; Y pienso que no existe otra percepción para una ciudad que aún no posee identidad propia.
¡El poder de muchos!
Laura Vargas Radríguez
Estudiante RI
UIA
Creo que desde mi infancia y la de todos los que leen este artículo, nos han recalcado que logran más dos cabezas que una sola, de igual forma sería que cinco, diez o más cabezas se unan para buscar soluciones para su formación profesional.
A Costa Rica siempre se le ha conocido como ese país democrático, en donde las personas tienen derecho a la libertad de expresión; claro está, que este derecho viene acompañado de diversas circunstancias como por ejemplo que no tomen represalias sobre esos individuos quienes hacen ver sus puntos de vista sobre situaciones que incomodan a toda una comunidad o a esa sola persona, que tiene la necesidad de hacer un llamado para que le presten atención sobre alguna situación que necesita expresar.
Escribo esta nota por la preocupación que nace en mi persona y en muchos compañeros de mi carrera. Si los menciono a ellos es por los comentarios que se hacen en diferentes lugares de la universidad o fuera de ella, en donde compartimos expectativas y malestares sobre lo que esta sucediendo con el manejo de la Dirección de carrera de Relaciones Internacionales.
Es importante, que si realmente sentimos esa necesidad de expresar lo que venimos sintiendo y viendo dentro de nuestra universidad, lo hagamos saber a aquellas personas quienes deberían de velar por nuestra educación. Creo que muy a menudo vemos en cadena nacional a nuestro presidente el Señor Oscar Arias hablar sobre la deserción que hay de niños y jóvenes dentro de las instituciones estudiantiles por falta de dinero o por el simple desentendimiento que le dan a la escolaridad. Ahora bien, si nosotros como estudiantes de universidad, pagamos por recibir una educación digna y prodigiosa para formar nuestro futuro, en el cual, nos tenemos que defender solos(as), creo que es importante contar con profesores, directores y personas que nos den sus mejores conocimientos y fundamentos, para así comenzar a creer en nosotros mismos, ya que si nadie da importancia en proveernos la mejor educación y respaldo en todos aquellos problemas que se dan dentro de la institución, ¿quién podrá hacerlo?, aquí es donde nosotros como estudiantes debemos sobresalir.
Recuerdo una frase célebre de una queridísima profesora la cual siempre le apostaba a ¡El poder de muchos!, cada clase u oportunidad que tenía nos hacía ver que en conjunto se puede salir adelante, hasta en las más grandes batallas a las cuales crees que vas a llegar a perder.
Es tiempo de decir: “jóvenes, tenemos un compromiso con la academia y debemos unir nuestras capacidades para protestar por nuestros derechos como estudiantes, es nuestros deber concientizar a la administración de esta institución sobre lo que está fallando en la Escuela de Relaciones Internacionales; y así, de esta manera, plantear los cambios necesarios para mejorar nuestra educación, la cual se ha visto afectada últimamente por un mal manejo de decisiones”.
Es mí deber instarlos a que levanten sus voces sin temor alguno y expresen sus desacuerdos, comentarios y propuestas, con el fin de solucionar el problema que nos afecta a todos por igual dentro de la institución en la cual nos formamos profesionalmente; validando así, nuestro derecho a la libre expresión.