miércoles, 1 de julio de 2009

Terror en el Aire
Geovanny A. Blanco Fonseca
Relaciones Internacionales

Volar fue por mucho tiempo el deseo del hombre, muchos pensadores del renacimiento y de la edad moderna expresaron sus aspiraciones de compartir el cielo con las aves que lo surcan. Así con el tiempo mismo, la empresa de la aviación fue evolucionando cada vez más al lado de la humanidad.
Conforme la apertura de los pueblos se daba poco a poco y el proceso de la globalización envolvía al mundo, el acortar distancias hacia latitudes lejanas, se convirtió en la meta del ser humano, y por ende convirtió la aviación de una práctica a una herramienta.
Pero la aviación ha experimentado tropiezos en su historia, múltiples accidentes se han suscitado en diversos lugares del orbe como parte de una ratificación de la imperfección de las máquinas, dado que son creadas por seres imperfectos como lo somos los humanos.
Sin embargo, el saber dónde empieza la imperfección humana, y hasta dónde es capaz de llegar la negligencia del mismo son harina de dos costales. Y es que basta con mirar la falta de compromiso de las aerolíneas en dar servicios de calidad a sus clientes, o para verlo de un modo mucho más subjetivo, la falta de respeto de dichas empresas por la vida humana, pues en los últimos casos que encierran aviones siniestrados, se han hallado múltiples incongruencias en los procesos de avalar el funcionamiento de muchas de las aeronaves, modelos refaccionados, remodelados o incluso re ensamblados simplemente por el hecho de ahorrar capital y mantener sus arcas, sumado incluso a otro conjunto de irregularidades tales como la probada incapacidad de pilotos y tripulaciones, según se ha comprobado en algunos casos, y hasta los vuelos que dada la cantidad de personas y la renuencia de las aerolíneas en proporcionar más vuelos, transportan incluso de pie a sus pasajeros; la vida y el dinero son cosas diferentes, y esta es una mala apuesta.
Es posible pensar que los propietarios o mayores accionistas de estas líneas aéreas no han pensado en vivir los últimos segundos de sus vidas en un estado de zozobra en un avión antes de caer, o sentir cómo las montañas devoran un avión y a sus ocupantes en una región remota, o tal vez el temor de saber que el mar podría convertirse en su última morada, entonces: ¿Dónde está el aprecio por la vida?, ¿Importa de verdad la vida de otros cuando están por los cielos?
Las acciones de las autoridades parecen remotamente lejanas, mientras que los familiares de las víctimas claman por justicia, y alrededor del mundo otros ya lo piensan para abordar el vuelo que necesitan.
Los castigos deben ser severos, la falta de atención de las aerolíneas debería ser calificado como crimen grave, y endurecerse los mecanismos que ya tratan la materia, porque de continuar así, no estaremos seguros de cuando abordaremos un vuelo hacia nuestro último suspiro o cuando la muerte nos caerá del cielo…

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